Beirut es la capital y principal puerto marítimo del Líbano. Sus más de 5.000 años de historia la convierten en una de las ciudades más antiguas del mundo, concentrando en su interior diferentes ramas cristianas (lado oriental) y musulmanas (lado occidental). Está rodeada de montañas en un litoral, y pasear por esta ciudad significa subir y bajar colinas. Tiene clima subtropical, que es fresco y templado en invierno, y caluroso y húmedo en verano.
Una capa freática subterránea es la fuente de agua para la mayoría de los residentes, y de ahí se cree que procede el nombre de la ciudad, ya que “Be’rot”, traducido del cananeo al fenicio, significa “pozos”.
Entre 1952 y 1975, Beirut fue el centro de la vida económica, social, intelectual y cultural del Medio Oriente. En un área dominada por regímenes autoritarios o militaristas, la capital libanesa fue generalmente considerada como un paraíso del liberalismo, aunque precario.
En 2023, Beirut sufre una grave crisis económica y social.
La situación es crítica y triste, pero esta joya de la cultura no pierde su magia: con aproximadamente un millón y medio de habitantes, es una ciudad bulliciosa, ruidosa y llena de vida, con multitud de contrastes: de las mujeres en minifalda a las que llevan hiyab; del olor a tabaco al humo aromático de la shisha (narguile); de las tiendas de barrio más antiguas a los cafés más ruidosos.
Es aquí donde nace Flower Café, un perfume que consigue crear equilibrio entre masculinidad y feminidad, con ese fondo oscuro y tostado del café que termina en notas de rosa y vainilla de Madagascar.
Rodeados de flores, humo de las shishas y bebiendo café,
discuten entusiastas los más franceses de Oriente.