En su diario ilustrado, con el título “Noa Noa” (fragancia en tahitiano), se encuentra la crónica de su incesante búsqueda del paraíso perdido en las idílicas tierras de Tahití. Este legendario diario, no solo refleja la lucha interna del gran pintor, sino también su visión única del exuberante paisaje de Tahití, su gente y su rica cultura ancestral.

Gauguin, atormentado por la necesidad de descubrir lo salvaje, comenzó su travesía en pueblos aislados de Bretaña, donde sus primeros trazos comenzaron a cobrar vida. Sin embargo, esta pasión inextinguible lo condujo finalmente a las aguas cristalinas de la Polinesia Francesa, donde su arte se transformó y donde convivió con las tribus locales como uno más, revisando y enriqueciendo sus obras.